Candiles de esmeraldas
Cubrían los cristales
sedas bordadas con hilos de oro
nuestros cuerpos
eran iluminados por las flamas
de candiles dorados con cuatro brazos de esmeraldas.
Un halo rodeaba el lecho cubierto
de pétalos de rojas amapolas.
Una botella de vino yacían sobre la cama,
junto a dos copas de plata que esperaban ser llenadas
Una suave pero discreta melodía
realzaba la habitación
eran los grillos
que bajo la luz de la luna tocaban
sus arpas con cuerdas de nácar.
Tú esperabas sentado
sobre el sillón de alabastro
Mientras fijamente tus pupilas
se posaban sobre la puerta
que repentinamente se abrió.
Camine hacia ti lentamente,
cubierta tan solo por un tejido de seda
que deje caer mientras avanzaba
mirando fijamente
tus pupilas dilatadas.
Llevaba el cabello recogido con mariposas doradas
dejando la espalda y los hombros libres
Tentándote a besarlos
Dejaste sobre mi cuello un collar
con la marca de tus labios.
Al ponerte de pie
me alzaste entre tus brazos
cual leve pluma que flota en el viento.
Las velas de sándalo seguían llorando
lágrimas de cera
Me cubriste de besos
de los pies a la cabeza
y la noche se torno eterna
Las copas de plata permanecían vacías
porque bebiste el vino sobre las mías
Los grillos tocaron sus arpas de oro con mayor fuerza
Tras los cristales cantaban las gotas de lluvia
acompañando el concierto de las ranas
que se enamoraban en el estanque,
Parecían adivinar lo que sucedía
en la habitación de los nobles amantes
Una y mil veces tu jade me regalaste
mientras yo me perdía
en cada una de tus entregas
Tú hacías renacer
mi rosa en primavera.
El silencio invadió la alcoba
susurros y quejidos se escucharon
en coro los ecos repetían
-Nunca…nunca…nunca te detengas
Contigo nada es despacio
mi loca apasionada.
Mientras los pétalos de las amapolas
giraban en remolinos
asomaban los pistilos
y las abejas el polen libaban.
Acompañando la danza de ondulantes caderas
se llenaron todas las cavidades
Manantiales de elixir brotaron
bañando nuestras pieles
perfumadas de amor
Entre susurros de te quiero
las aguas de lluvia
limpiaron nuestros cuerpos
Diáfanas alboradas reflejaron en espejos
desesperados besos
Desnudos asomamos por la ventana
y miramos la noche que se escapaba.
Me levantaste entre tus brazos y dijiste:
¡No, esta noche debe ser eterna!
¡Te amo, regálame tus dones!
Aunque parezca caprichoso
¡No acepto que esta noche termine!
¡Cielo! ¿Puedes acaso detener el alba?
JEM WONG
19.12.2004
"Todo es como una abeja
sobre el florecer
de la eternidad que comienza
y acaba en cada parecer"
Martín Adan-Perú
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