TRANSFUSIÓN
¡Mírate, qué desconsolada estás!
no hay fluido en tus entrañas
que en lágrimas puedas verter…
ni una mano nerviosa que impaciente
te acaricie, murmurando palabras
con que suplas tan obstinado olvido.
¡No te tengo al lado del corazón
mas sí eres desvarío de mi pensamiento!
¿Por qué has dejado de ser tú la compañera
con la que mis dedos trenzaban sueños?
¡Qué melodía extraña una voz canta
ajena al corazón y al alma misma!
cuánta melancolía de ultratumba
hay en los ¡ay! de los nonatos versos
que en tu vientre reseco gimen
cual murciélagos ávidos de luciérnagas...
Y es que ¡Amor! heriré mi yugular
para que, eternamente
y a pesar de todo, me sientas tuyo
en ti, tan viva.
CARLOS VALDÉS
ESPAÑA
domingo, 20 de abril de 2008