(Primera parte)
En la antigüedad hubo un anciano a quien apodaban “El tonto”. Vivía en Peishan, un lugar en Jizhou.
-¿Por qué lo llamaban “El tonto”?
-¿Por qué era torpe?
- No, él era un buen maestro en todos los aspectos, capaz de cultivar la tierra, cazar, trabajar la madera, labrar la piedra, cantar como nadie, contar hermosas historias y mucho más.
Y, hace tan poco, hubo otro anciano llamado Wu Yong, también buen maestro, ávido lector, con alma pura y cualidades dignas de resaltar.
-Se preguntarán qué más tendrían en común, pues también fue tomado por algunos como un “tonto”.
Entonces:
-¿Por qué eran llamados así acaso eran estúpidos?
No, no era así, puesto que en ambos casos se trataba de hombres reflexivos, ingeniosos y sumamente inteligentes.
Cuando trataban cualquier asunto siempre sabían elegir y proceder en forma honesta. Pero a los ojos de aquellos que recurrían a un ardid o al chantaje para obtener algo, ellos siempre fueron tontos por su incapacidad de recurrir a artimañas y porque jamás pensaban en cambiar de idea cuando veían algo nuevo o extraño. No se dejaban llevar nunca por lo conveniente eso los hacía ser diferente a muchos. No saben de mentiras, ni de rencores esta es la razón por la cual su sobrenombre era “tontos”.
El Tonto de esta historia no se resignaba a su vejez. Mientras que Wu Yong no se resignaba a dejar que la muerte ganara la batalla.
Uno, el primero tenía noventa años y seguía trabajando la tierra con sus hijos y sus nietos; cuentan que se cubría con un manto que parecía un universo de estrellas refulgentes y que llevaba la hermosa luna como sombrero.
El otro alimentaba de sabiduría su hogar, relataba una vida llena de satisfacciones y del orgullo que llenaba su gran corazón por haber sido siempre un hombre sencillo, trabajador, honrado. y sobre todo justo.
Un día, alguien le aconsejó al más anciano de esta historia:
-«Viejo tonto, ya tienes muchos años de edad.
-¡Deja que tus hijos y tus nietos trabajen por ti!
-¿Acaso no quieres gozar de la felicidad otros años más?»
-Es más fácil dejar que los demás hagan las cosas por tí
-No es posible.
-Todavía tengo fuerzas y, mientras me quede un día de vida, ¡seguiré trabajando!
Dijo sonriente “El tonto”
-. No puedo comer sin trabajar.
-No, no puedo quedarme con los brazos cruzados todo el día–agregó-.
Mientras tanto El Guerrero Valiente Wu Yong contestaba en otro lugar muy lejos de China y en otro tiempo
.- “La muerte no podrá ganarme, todavía tengo fuerzas”, mientras que Jem veía en sus ojos un manto de estrellas apagándose.
El primer anciano siguió trabajando. Pero a los ojos de los demás, se volvía cada día más tonto. A medida que aumentaba el número de bocas en la familia, era necesario roturar más tierra cada año. Para roturar dicha tierra montañosa, era menester picar muchísimas piedras, transportar tierra y excavar enormes acequias.
El anciano estaba invariablemente a la cabeza siempre de toda la familia y trabajaba de sol a sol, desafiando el viento, la lluvia y todo lo que se presentara.
Mientras que Jem hoy mira a través de una ventana los hermosos verdes que las manos de su padre sembraron, para recordarle que siempre estaría con ella .Sobre todo en sus largas noches en vela en las que nadie acudía a su lado
El viejo maestro aleccionaba a sus descendientes diciéndoles que debían trabajar consecuentemente, sin temer a las dificultades ni holgazanear, si querían tener éxito en el trabajo y en la vida.
Por su parte Jem recordaba la voz de su anciano diciendo:
-“Nadie debe hacerte sentir que algo no puedes hacer”.
- En sus horas de desvelo, recuerda las muchas veces que me viste a mí tu Guerrero con los libros entre las manos disfrutando de las letras, a pesar de que el dolor me consumía
Cuando el más anciano roturaba y picaba las piedras una por una, aunque éstas fueran enormes y consistentes y llenaba el terreno fértil, a pesar de que para transportarla había que recorrer varias docenas de Kilómetros. Pese a su obstinación en el trabajo, para los demás, era cada día más tonto.
Wu Yong, por su parte, pensaba que si ser tonto era no ser digno, deseaba ser mil veces “Tonto”.Cuánta razón tenía
Frente a la casa del primer “Tonto” se alzaban dos grandes montañas: una se llamaba Taihang y la otra Wangwu. Eran enormes, de 23,000 metros de altura, y ocupaban un área de 350 kilómetros cuadrados y obstaculizaban el paso.
Un día, El Tonto convocó una reunión familiar, en la cual dijo:
-Estas abominables montañas nos obstruyen el paso.
-Desde hace mucho tiempo he jurado que las removeré de aquí.
-Aunque soy como llama al viento, tengo buena salud.
-Para que las generaciones venideras se beneficien, decididamente debemos quitarlas para construir un camino que conduzca al Sur de Henan y a la orilla del río Hanshui
-“¿Están de acuerdo?.
Mientras que el otro anciano decía:.
-“ Decididamente al final del camino mi amada Jem, tendrás que marchar conmigo, soy como la llama que el viento apaga, pero Uds., mis hijas, tendrán no sólo que cruzar altas montañas sino también removerlas y mirar siempre al Oeste, porque en los verdes, yo estaré”.
Todos asintieron, aunque la mujer del Tonto dijo con cierta perplejidad y mucho temor:
-“Viejo, también estoy de acuerdo con lo que propones, pero me preocupa tu edad.
-Temo que ya no tengas suficiente tiempo para remover ni la pequeña colina Kuifu, por no mencionar a Taihang y Wangwu.
-Además, ¿dónde quieres transportar la tierra y la piedra?
Wu Yong la miraba a los ojos, a ella su esposa, que fue suya de niña y le decía adiós, recordándola con el vestido azul de cuello blanco y medias cortas.
-Los hijos y los nietos del mal llamado Tonto se adelantaron, diciendo en coro:
-“El abuelo es viejo, pero nosotros somos jóvenes.
-En cuanto a la tierra y la piedra que saquen, no hay ningún problema. Las podemos transportar hasta la costa para arrojarlas al Mar Bohai.”
Y aquí, Ling Shiang, Chung Song y Sue, todavía niños, invocan al Guerrero perdido en una batalla desigual.
Jem recuerda con tristeza infinita la fuerza de su padre y el eco de su voz que hoy resuena como el rumor del viento entre los árboles diciéndole:
-Nunca te dejes vencer pequeña, nunca
-Lo importante no es lo que otros piensen o digan de ti.
-Lo importante nunca es lo conveniente, se siempre mi pequeño grillo
Jem siempre JEM
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