BLANCA VARELA
INVIERNO Y FUGA
Nieve, labios rojos,
una gota de fuego,
un grito que nadie escucha.
Éste es el día en que llega
la ácida primavera,
en que es dulce la herida
de estar vivos.
Alto horno del cielo,
fulgor de plumas,
adiós que el aire quema
en pleno vuelo.
En aire, tierra y cielo,
en mi, en ti,
en nosotros muere el invierno.
Diamantino estertor,
irritada claridad,
lágrimas que la luz arrebata y fecunda.
Muerte llena de oro.
Todo es posible
en ese activo sueño.
JUEGO AMOROSO
Las manos a la altura del aire
a dos o tres centímetros del vacío
no se mirará nada preciso
la polvareda que pasa
el inesperado cortejo de plumas
arrancadas al vuelo
la nubecilla rosada y tonta
que ya no es
el cierraojos y el ábrelos
en la breve opacidad
de una luz que no se ve
y el sueño pies de goma
y azules y brillantes
las estrellas
rientes
párpado sobre párpado
labio contra labio
piel demorada sobre otra
llagada y reluciente
hogueras
eso haremos a solas
LA LECCIÓN
Como una moneda te apretaré entre mis manos
y todas las puertas cederán
y lo veré todo
y la sorpresa
no quemará mi lengua
y comprenderé entonces el crecimiento de las plantas
y el cambio de pelaje en las pequeñas crías.
Hallaré la señal
y la caída de los astros
me probará la existencia de otros caminos
y que cada movimiento engendra dos criaturas,
una abatida y otra triunfante,
y en cada mirada morirá la apariencia
y desnudo y bello
te arrojará la fábrica entre nosotros.
LA MUERTE SE ESCRIBE SOLA
la muerte se escribe sola
una raya negra es una raya blanca
el sol es un agujero en el cielo
la plenitud del ojo
fatigado cabrío
aprender a ver en el doblez
entresaca espulga trilla
estrella casa alga
madre madera mar
se escriben solos
en el hollín de la almohada
trozo de pan en el zaguán
abre la puerta
baja la escalera
el corazón se deshoja
la pobre niña sigue encerrada
en la torre de granizo
el oro el violeta el azul
enrejados
no se borran
no se borran
no se borran
POEMA
Hoy estás en los brazos
de mi feroz imaginación
brazos que han matado
brazos con que tapo mis ojos
con un gesto de lobo
para buscarte un hogar
un lento y suave infierno
donde todo calor
provenga
de una furtiva lágrima
oh líquido mundillo
oh jadeante fantasma
no eres
sino el ojo que estalla
y que deja caer
como si no ocurriera
sus mejores colores
en mi entraña
ojo que hociquea
que peino con la más pura saliva
aquí en mis brazos
entre mis torpes alas de mamífero
la muy compuesta y perdurable nada
para siempre te guarde
y el buen mal ojo salta
y se eleva en el oscuro cielo de mi lecho
y ese cielo
es el marco impreciso de una frente
que ya no reconozco
esa sombra ese objeto esa cosa
con boca con nariz y con oídos
PORQUE YA NO ERES UN ÁNGEL
Porque ya no eres un ángel sino un hombre solo sobre dos
pies cansados sobre esta tierra que gira y es terriblemente
joven todas las mañanas.
Porque sólo tú sabes que hay música, jadeos, incendios,
máquinas que escupen verdades y mentiras a los cuatro
vientos, vientos que te empujan al otro lado, a tu hueco
en el vacío, a la informe felicidad del ojo ciego, del oído
sordo, de la muda lengua, del muñón angélico.
Porque tú gusano, ave, simio, viajero, lo único que no sabes
es morir ni creer en la muerte, ni aceptar que eres tú
mismo tu vientre turbio y caliente, tu lengua colorada,
tus lágrimas y esa música loca que se escapa de tu oreja
desgarrada.
SUPUESTOS
el deseo es un lugar que se abandona
la verdad desaparece con la luz
corre-ve-y-dile
es tan aguda la voz del deseo
que es imposible oírla
es tan callada la voz de la verdad
que es imposible oírla
calor de fuego ido
seno de estuco
vientre de piedra
ojos de agua estancada
eso eres
me arrodillo y en tu nombre
cuento los dedos de mi mano derecha
que te escribe
me aferro a ti
me desgarra tu garfio carnicero
de arriba abajo me abre como a una res
y estos dedos recién contados
te atraviesan en el aire y te tocan
y suenas suenas suenas
gran badajo
en el sagrado vacío de mi cráneo.
TAL VEZ EN PRIMAVERA
Tal vez en primavera.
Deja que pase esta sucia estación de hollín y lágrimas
hipócritas.
Hazte fuerte. Guarda miga sobre miga. Haz una fortaleza
de toda la corrupción y el dolor.
Llegado el tiempo tendrás alas y un rabo fuerte de toro o
de elefante para liquidar todas las dudas, todas las
moscas, todas las desgracias.
Baja del árbol.
Mírate en el agua. Aprende a odiarte como a ti mismo.
Eres tú. Rudo, pelado, primero en cuatro patas, luego en
dos, después en ninguna.
Arrástrate hasta el muro, escucha la música entre las
piedrecitas.
Llámalas siglos, huesos, cebollas.
Da lo mismo.
Las palabras, los nombres, no tienen importancia.
Escucha la música. Sólo la música.
TODA LA PALIDEZ INEXPLICABLE ES EL RECUERDO
VII
Toda la palidez inexplicable es el recuerdo.
Travesía de muralla a muralla,
el abismo es el párpado,
allí naufraga el mundo
arrasado por una lágrima.
ÚLTIMO POEMA DE JUNIO
Pienso en esa flor que se enciende en mi cuerpo. La
hermosa, la violenta flor del ridículo. Pétalo de carne
y hueso. ¿Pétalos? ¿Flores?
Preciosismobienvestido,
muertodehambre, vaderretro.
Se trata simplemente de heridas congénitas y
felizmente mortales.
Luz alta. Bermellón súbito bajo el que despiertas
de pie, caminando a ninguna parte. Pies, absurdas
criaturas sin ojos. No se parecen sino a otros pies.
Y además estas manos y estos dientes, para mostrar-
los estúpidamente sin haber aprendido nada de ellos.
Y encima de todo y todas las cosas, sobre tu propia
cabeza, la aterciopelada corona del escarnio: un som-
brero de fiesta, inglés y alto, listo para saludar lo
invisible.
Rojos, divinos, celestes rojos de mi sangre y de mi
corazón. Siena, cadmio, magenta, púrpuras, carmi-
nes, cinabrios. Peligrosos, envenenados círculos de
fuego irreconciliable.
¿Adónde te conducen? ¿A la vida o a la muerte?
¿Al único sueño?
La flor de sangre sobre el sombrero de fiesta (inglés
y alto) es una falsa noticia.
Revelación. Soy tu hija, tu agónica niña, flamante
y negra como una aguja que atraviesa un collar de
ojos recién abiertos. Todos míos, todos ciegos, todos
creados en un abrir y cerrar de ojos.
El dolor es una maravillosa cerradura.
Arte negra: mirar sin ser visto a quien nos mira
mirar.
Arte blanca: cerrar los ojos y vernos.
Ver: cerrar los ojos.
Abrir los ojos: dormir.
Facilidades de la noche y de la palabra. Obscenidades
de la luz y del tiempo.
Y así, la flor que fue grande y violenta se deshoja y
el otoño es una torpe caricia que mutila el rostro
más amado.
Fuera, fuera ojos, nariz y boca. Y en polvo te con-
viertes y, a veces, en imprudente y oscuro recuerdo.
Dulce animal, tiernísima bestia que te repliegas en
el olvido para asaltarme siempre. Eres la esfinge
que finge, que sueña en voz alta, que me despierta.
UNA VENTANA
Vuelvo a contar mis dedos.
(La flor helada, la desconocida cabeza
que me acecha se
descuelga y da voces.)
Yo miro las paredes y sus frutos redondos y veloces,
hago cálculos, sumo piedras, cenizas, nubes
y árboles que persiguen a los hombres
y perlas arrancadas de malignos estanques
o de negros pulmones sepultados
y horriblemente vivos.
La araña que desciende a paso humano me conoce,
dueña es de un rincón de mi rostro,
allá anida, allí canta hinchada y dulce
entre su seda verde y sus racimos.
Afuera, región donde la noche crece,
yo le temo,
donde la noche crece
y cae en gruesas gotas,
en mortales relámpagos.
Afuera, el pesado aliento del buey,
la vieja fiebre de alas rojas,
la noche que cae
como un resorte oscuro sobre un pecho.