Recordando a José Watanabe
La mantis religiosa
Mi mirada cansada retrocedió desde el bosque azulado por el sol
hasta la mantis religiosa que permanecía inmóvil a 50 cm de
mis ojos
Yo estaba tendido sobre las piedras calientes de la orilla del
Chanchamayo
y ella seguía allí, inclinada, las manos contritas,
confiando excesivamente en su imitación de ramita o palo seco.
Quise atraparla, demostrarle que un ojo siempre nos descubre,
pero se desintegró entre mis dedos como una fina y quebradiza
cáscara.
Una enciclopedia casual me explica ahora que yo había destruido
a un macho vacío.
La enciclopedia refiere sin asombro que la historia fue así:
el macho, en su pequeña piedra, cantando y meneándose, llamando
hembra
y la hembra ya estaba aparecida a su lado,
acaso demasiado presta
y dispuesta.
Duradero es el coito de las mantis.
En el beso
ella desliza una larga lengua tubular hasta el estómago de él
y por la lengua le gotea una saliva cáustica, un ácido,
que va licuándole los órganos
y el tejido del más distante vericueto interno, mientras le hace gozo,
y mientras le hace gozo la lengua lo absorbe, repasando
la extrema gota de sustancia del pie o del seso, y el macho
se continúa así de la suprema esquizofrenia de la cópula
a la muerte
Y ya viéndolo cáscara, ella vuela, su lengua otra vez lengüita.
Las enciclopedias no conjeturan. Esta tampoco supone que última
palabra
queda fijada para siempre en la boca abierta y muerta
del macho.
Nosotros no debemos negar la posibilidad de una palabra
de agradecimiento.
"La simetría de tus versos Hombre Amarillo
nunca será vencida por la frialdad de la muerte"
JEM WONG
05.10.07
Poema del inocente
Bien voluntarioso es el sol
en los arenales de Chicama.
Anuda, pues, las cuatro puntas del pañuelo sobre tu cabeza
y anda tras la lagartija inútil
entre esos árboles ya muertos por la sollama.
De delicadezas, la del sol la más cruel
que consume árboles y lagartijas respetando su cáscara.
Fija en tu memoria esa enseñanza del paisaje,
y esta otra:
de cuando acercaste al árbol reseco un fosforito trivial
y ardió demasiado súbito y desmedido
como si fuera de pólvora.
No te culpes, quién iba a calcular tamaño estropicio!
Y acepta: el fuego ya estaba allí,
tenso y contenido bajo la corteza,
esperando tu gesto trivial, tu mataperrada.
Recuerda, pues, ese repentino estrago (su intraducible belleza)
sin arrepentimientos
porque fuiste tú, pero tampoco.
Así en todo.
De El huso de la palabra
El maestro de kung fu
Un cuerpo viejo pero trabajado para la pelea
madruga y danza
frente a los arenales de Barranco
Se mueve como dibujando
una rúbrica antigua, con esa gracia, y
sin embargo, está hiriendo, buscando el punto
de muerte
de su enemigo, el aire no, un invisible
de mil años.
Su enemigo ataca con movimientos de animales
agresivos
y el maestro los replica
en su carne: tigre, águila o serpiente van sucediéndose
en la infinita coreografía
de evitamientos y desplantes.
Ninguno vence nunca, ni él ni él,
y mañana volverán a enfrentarse.
-Usted ha supuesto que yo creo a mi adversario
cuando danzo- me dice el maestro.
Y niega, muy chino, y sólo dice: él me hace danzar a mí.
De Cosas del cuerpo
Mamá cumple 75 años
Cinco cuyes han caído
degollados, sacrificados, a tus pies de reina vieja.
Sangre celebra siempre tu cumpleaños, recíbela
en una escudilla
donde pueda cuajar un signo brillante
además del cuchillo.
La bombilla de luz coincide con tu cabeza dormida
y te aureola: Comenzamos a quererte
con cierta piedad,
pero tus ojos
tus ojos se abren rápidos como avisados, y revive en ellos
un animal de ternura demasiado severa.
Tus ojos de ajadísimo alrededor
son el resto indemne
del personaje central que fuiste entre nosotros,
cuando alta y enhiesta
alargabas el candil hacia la oscuridad
y llamabas susurrando
a nadie. Las sombras en el muro y los gatos
detrás de la frontera terrible
eran inocentes. Tú, señora, eras el miedo.
Cinco cuyes pronto estarán servidos en la mesa.
Otros eran los del rito curador, los de entrañas abiertas y sensitivas
que revelaban nuestras enfermedades.
Estos son de diente, de presa. No dirán
que tú eres nuestra más antigua dolencia.
De Historia Natural
El guardián del hielo
Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil
Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
Yo soy el guardían del hielo.
De Cosas del cuerpo
Diatriba contra mi hermano próspero
Mi hermano el próspero
sumergido en su sofá versallesco
preludia
como elefante en suave regocijo
su siesta.
Mira el mar en la falsa profundidad de la pecera
y organiza la tarde como si fuera un negocio.
Sólo oigo girar la rueda de la fortuna
cuando me acerco sigiloso para mirar a través de su ojo
y el caracol que nos anunció el mar que desconocíamos
se ha convertido
en cornucopia.
Lo rodea un aire robusto, un aire de torre gorda
y menos que gusano soy
ante la concurrencia de parientes y público en general.
A veces pienso en mi padre
que nos aguarda a todos entre la niebla
bebiendo el licor de las botellas vacías,
seguro se alegra
seguro me invita un trago
si le arribo sin chequera
y de todos el más escaldado.
De Album de familia
El anónimo (alguien, antes de Newton)
Desde la cornisa de la montaña
dejo caer suavemente una piedra hacia el precipicio,
una acción ociosa
de cualquiera que se detiene a descansar en este lugar.
Mientras la piedra cae libre y limpia en el aire
siento confusamente que la piedra no cae
sino que baja convocada por la tierra, llamada
por un poder invisible e inevitable.
Mi boca quiere nombrar ese poder, hace aspavientos, balbucea
y no pronuncia nada.
La revelación, el principio,
fue como un pez huidizo que afloró y volvió a sus abismos
y todavía es innombrable.
Yo me contento con haberlo entrevisto.
No tuve el lenguaje y esa falta no me desconsuela.
Algún día otro hombre, subido en esta montaña
o en otra,
dirá más, y con precisión.
Ese hombre, sin saberlo, estará cumpliendo conmigo.
De El huso de la palabra
Resurrección de Lázaro
El poder de su voz venía del convencimiento
de que él era Él,
y así llegó hasta tu sello de piedra
para ordenar que tus carnes entraran nuevamente
en el tiempo.
Y ahora limpia el atroz perfume de la muerte
en agua clara y fresca: lava tus largas vendas
en la corriente del río
como los pobres desaguan los interminables intestinos de ganado
que guisan y comen,
y luego enróllalas
y guárdalas.
Sé, pues, precavido
porque nadie sabe hasta cuándo durará el terrible
milagro.
Él dijo que te levantaras y no dijo más, ninguna promesa.
Tal vez solo tienes apurados días
para contemplar con tus ojos de carne rediviva
a tus hermanas comiendo pan y mollejas.
Debo decirte, Lázaro,
que aquí en Betania ya no tenemos noticias del Milagroso.
Sin profetas nos sentimos muy solos.
Cuando retornes a tu sepulcro
no volverás a escuchar
su voz impertinente detrás de la piedra.
De Habitó entre nosotros
Recordando a José Watanabe
JEMWONG
JOSÉ WATANABE " LA POESÍA ESTÁ AFUERA"
Lejos de una solemnidad atribuida a la poesía, José Watanabe Varas (Laredo, 1946) nos revela una sensibilidad y humor que se conjugan con un merecido reconocimiento que ha traspasado nuestras fronteras.
Su más reciente poemario La Piedra Alada, rompió el récord de ventas en España, donde uno de los más prestigiosos diarios, El País, consideró a Watanabe como "el poeta más singular en nuestro idioma". Una mención que sin duda favorece a que las miradas y el interés de lectores foráneos se den una vuelta por la literatura peruana.
obre el 'acontecimiento' que ha significado esta nueva publicación, sobre sus aficiones y formas de contemplación, conversamos con él.
Contemplando el mundo
¿En qué momento se dio cuenta de su sensibilidad para la poesía?
No hay un día, una fecha, se fue dando de modo natural, porque antes que las palabras es la sensibilidad la que se va desarrollando, que no voy a calificar de especial, quizás sí un poco diferente.
Decía que no hay un día en que uno diga quiero escribir, quiero pintar, pero yo era un niño que era capaz de encerrarse en el corral de su casa con arcilla que traía del río para modelar figuritas de barro. Horas me pasaba en ello, cosa que mis hermanos no hacían.
Yo no pensaba escribir. Pero cuando yo estaba en quinto de media, en julio falleció mi padre y casi un mes después falleció la chica de la cual yo estaba enamorado. Entonces fueron esos dos momentos extremos que me senté en una mesa con un papel y me puse a escribir. Y allí empecé a escribir.
Tuve el apoyo de un profesor del colegio, siempre digo su nombre, Vásquez Alvítez, porque él se dio cuenta que me empezó a gustar la lectura y escribir. Iba a la biblioteca de su casa y me ponía a leer. Muchas cosas dependen de un buen profesor.
El pintor Venancio Shinki decía en una entrevista que al pintar tuvo en algún momento el problema de forzar su japonismo que tenía de herencia, pero que le salían mal las cosas. ¿En su caso ha habido ese tipo de influencias?
No, la influencia japonesa que tengo se dio de modo natural. Mi padre cuando vino al Perú trajo en su maleta algunos libros...
Era raro en un inmigrante ¿no?
Mi padre tenía un nivel cultural distinto, un poco más alto. Él era pintor, y era una persona que leía mucho. Aunque vinieron también muchos profesionales dentro de la inmigración. Aunque tenía ese nivel un poco más alto tenía que trabajar en el campo, porque en esa época, en un país racista como éste, no le iban a dar otro trabajo. Pasó las peripecias de todo migrante.
Pero en su maleta trajo algunos libros de haiku, poemas breves japoneses, y me los traducía en mi casa en Laredo, y yo empecé a percibir una influencia de la literatura japonesa a través de mi padre, pero no creo que lo haya hecho de manera consciente.
Ahora, yo nunca pretendí hacer una poesía que fusione lo oriental con lo occidental, nunca he tenido esa pretensión, pero me imagino que de algún modo se da, porque cuando mi padre fallece, quizás por cariño hacia él empecé a comprar muchos libros de haiku. Debo ser la persona que más libros de haiku tiene en el Perú. Me dedicaba al estudio del haiku, soy hasta audaz porque doy conferencias sobre haiku sin saber japonés, pero creo que es posible la traducción.
No me he propuesto fusionar dos culturas. Uno escribe como escribe, porque te gusta escribir, porque tienes una vocación. Si me preguntas si lo japonés aparece en mis poemas no lo sé, me obligarías a inventar al paso algo.
Los críticos, exageradamente, también dicen que tengo alguna influencia japonesa. Yo no me reconozco como poeta con influencia de la literatura japonesa. Tengo algo del haiku porque es natural, ya que lo conocí desde niño, tenía 8 o 9 años...
Algunas críticas respecto de la influencia japonesa se refieren al hecho de que en sus poemas se ven muchos escenarios. En una conferencia, usted se refería al haiku como "la serenidad ante lo que no tiene tiempo", es decir que no pretende dar ninguna enseñanza... Pero leyendo sus poemas, no sólo se encuentra eso, tienen un lado oscuro... "El intestino", por ejemplo.
No está publicado en un libro... Lo que pasa es que el haiku nace de la contemplación de la naturaleza especialmente. Yo vengo del campo, mi padre me enseñó sin querer enseñarme a ser contemplativo. Íbamos al campo, él no hablaba y yo tampoco. El silencio no era incómodo. Yo aprendí que había que mirar las cosas, pero también hay muchos otros poetas contemplativos que no son japoneses, a los cuales he leído.
Yo reconozco la influencia de mi padre más que de literatura, a nivel de comportamiento, de manera de ser, a ser discreto, no hablar mucho, a contemplar la naturaleza. Yo siempre digo que los poemas están organizados fuera antes que yo los haga, y eso es lo que tiene más o menos un haijin, que es el escritor de haiku, que encuentra el poema afuera, y esa es mi actitud. Pero que eso venga de los haiku, no necesariamente. Puede venir de Juan Ramón Jiménez o de otros poetas igualmente contemplativos, como el español Antonio Machado.
Hay ciertos escenarios que si bien están en la naturaleza son más oníricos, más fantasiosos. ¿No le es difícil a veces encontrar las palabras que puedan describir esos escenarios? Ahora que va a publicar el Minotauro, ¿trata del lenguaje en sí...?
Estamos hablando de que yo miro la naturaleza y a partir de ella escribo, pero todo poeta tiene miedo siempre, hay un temor a encontrar el molde para hacer poemas. Entonces El Minotauro es un reto que me he propuesto a mí mismo, que es 'ya no voy a mirar a la naturaleza, voy a mirar a este ser que es el Minotauro encerrado en un laberinto, que no puede mirar más allá de las paredes que tiene al frente, a ver qué pasa', entonces tengo que remitirme solamente al lenguaje. El minotauro es eso, es una poesía del propio lenguaje, ya no observa nada.
Pero es otra manera de contemplación
Se autocontempla y reflexiona sobre lo que es el lenguaje, la poesía, lo que es el hablar, comunicar. Ahora, la poesía siempre es más grande que el propio lenguaje. Cualquier poeta intuye eso, sabe eso, porque cuando uno quiere decir algo que está fuera o dentro de uno, pero que es muy fuerte o denso, sabes que no hay palabras.
Es como los chicos enamorados. Se enamoran tanto que no saben cómo expresar su amor, lo que indica que el amor es más grande que las palabras, el amor no se ajusta a las palabras. Igual la poesía, no se ajusta a las palabras, que son escasas finalmente frente a la amplitud de la poesía, que no necesariamente se puede capturar con palabras. Está ahí.
Usted ha vivido en el campo, pero ¿es posible un nivel de contemplación en un espacio como Lima? Usted dice que la poesía está afuera, ¿qué podemos encontrar aquí?
A mí me gusta Lima, no puedo vivir en otra ciudad. Viajo mucho y no veo las horas de regresar a Lima por muchas razones. Por la comida, por ejemplo, y por otras razones subjetivas que no se pueden expresar. Lima tiene una naturaleza que nosotros no percibimos. Por ejemplo tiene mar, y lamentablemente vivimos de espaldas al mar. En invierno las playas están vacías. Y a mí me encanta ir al mar en invierno. Voy a La Punta y paseo todo la parte de Cantolao.
Hay que saber mirar
Así es, es una pena que vivamos de espaldas al mar. Yo he estado en La Habana por ejemplo, y la gente ama su mar. Pero la ciudad de Lima estimula, hay algunos poemas que tengo inspirados en Lima, tampoco soy un poeta pastoril, bucólico (risas).
Escribiendo y leyendo
Usted ha señalado anteriormente que la poesía es el mejor espacio para la creación y la libertad. El hecho de buscar las palabras, de frenarse o refrenarse, ¿qué tan difícil resulta?
Es bonito que todo poeta, todo artista en general, se pone sus propias reglas. Como ya no tenemos una preceptiva, en el caso de la literatura, tan fuerte, es decir que no tengo que escribir sonetos, no tengo que escribir 14 versos, no tengo que buscar rimas ni métrica, ahora cada uno se pone sus propias reglas y eso es bonito.
¿Cuáles son sus reglas?
La propuesta que yo me hago a mí mismo es: di las cosas con las menos palabras posibles, que las palabras sean las justas, bien escogidas, pero que el tema sea fuerte... y me paso las noches en eso.
¿Utiliza la computadora para escribir?
Siempre escribo a mano pero después lo paso a la computadora cuando ya más o menos la primera versión está hecha, y en la computadora corrijo muchas veces. Pero es imposible porque cuando uno escribe un poema piensa, mira al vacío, mira alguna cosa o hace jueguitos en el papel, dibuja estrellitas, y eso en la computadora no se puede hacer.
Lo que quiero decir es que la poesía tiene un cierto elemento físico. Uno necesita sentir el lapicero -yo escribo con lápiz negro siempre, y de tinta líquida- y papel bond de 80 gramos...
Es un ritual
Así es, es un ritual... y tomando té. Necesito esa cosa física del lapicero y el papel. La computadora es muy fría. Además hay una cosa con la computadora, que te invita de alguna manera a no ser tan responsable con las palabras porque como puedes presionar delete, es fácil borrar, se cambia y entonces sigue la pantalla en limpio. En cambio con un papel no te gustan las tachaduras, entonces tienes que pensar mejor la frase y no escribirla de modo tan rápido como se puede hacer en la computadora.
Me doy cuenta que cuando escribo en un papel medito, pienso más las frases, las palabras. Por eso pienso que la computadora te invita a no tener tanta responsabilidad con el idioma.
En el caso de la lectura, ¿cree que se da ese mismo sentido?
Sí, igual, yo no puedo leer en computadora, me gasto cartuchos de tinta porque imprimo todo.
Sin embargo internet ha acercado mucho la literatura a los lectores.
Pero todo se puede imprimir. Ahora yo entro mucho a las webs de literatura, de poesía. Son un recurso importante para democratizar, la literatura en este caso. Yo mismo quiero hacer en estos días mi página web.
Existen varias dedicadas a usted...
Sí, pero yo no las he hecho (risas)
No son oficiales, digamos.
Saben, yo no entro a Google a ver mi nombre. Quiero hacer una mía muy discreta, hacer una selección de mis poemas, algunas notas críticas, pequeñas biografías y una fotito, porque el público quiere conocer la cara. El año pasado (2004) me invitaron a Villa El Salvador porque fue la semana cultural. En el auditorio había muchos alumnos que tenían impresos poemas míos, obviamente sacados de la web, y me di cuenta que de otro modo ellos no hubieran tenido acceso a esos poemas. Entonces me vine con la idea ya desde el año pasado de hacer mi web.
¿Y ya lo han pirateado?
No, poesía no se piratea (risas). Se vende pero no tanto.
Pero La piedra alada ¿cómo se ha vendido tanto en España?, ¿a qué se debe?
Yo estuve hace poco en Estados Unidos con mi editor Manuel Borraz, el de Pretextos, una editorial muy importante en España y le dije: "dime, ¿por qué mi libro se ha vendido tanto?" (ya se agotó la edición). Y me dijo, "la verdad, es que los lectores son muy extraños. Lo que sí te puedo decir es que lo han comprado básicamente los jóvenes".
Y en el Perú, ¿quiénes han sido sus lectores más frecuentes?
Los jóvenes también. No sé por qué los jóvenes me quieren un poco, son básicamente estudiantes universitarios. Algo les diré pues, que ellos esperan que diga.
Me llamó mucho la atención lo que dijo de La piedra alada, que cree que más que las personas que llevan un recuerdo de nosotros, sean los objetos los que tengan esa conexión.
Claro, yo empecé escribiendo el poemario La piedra alada a partir de un poema donde recordé que en Laredo, en medio del río, había una piedra que parecía una mujer agachada y se me ocurrió que podría haber sido mi madre, porque mi madre en ese mismo río cazaba camarones con mi padre, y nosotros nos íbamos a bañar; y para descansar subíamos a esa piedra.
Eso es lo que recordé, esa imagen, y a partir de ahí se me ocurrió el poema (como digo, los poemas están fuera). Entonces pensé que tal vez mi infancia la guarde esa piedra, ya que mi madre ya no, porque ella ya falleció, ya no recuerda. Entonces esa piedra que todavía sigue en el río me guarda, es la piedra memoria. La relación que tenemos con la naturaleza no creo que sea tan volátil.
Ello de alguna manera es darle cierto animismo a los objetos, a la naturaleza...
Yo soy animista. Hace 20 años padecí de una enfermedad muy dura, me salvé, pero en medio de esa enfermedad yo me hice medio animista, y como pensaba que posiblemente me podía morir, dije "quiero quedar". Quedar significa trascender. Ya que mi fe en Dios no era tan fuerte, comencé a pensar en quedar en las piedras, en las montañas, en los ríos, y me hice algo animista sin querer, casi por desesperación, casi por la necesidad de no aceptar la finitud, de no aceptar la muerte, que algo se quede de mí en este mundo todavía.
En El huso de la palabra hay una sección llamada 'Krankenhaus', que en alemán quiere decir hospital. Usted menciona en una entrevista, recordando cómo se sentía en ese momento, que la poesía no consuela. ¿sigue sintiendo así?
No, he cambiado de opinión. Sí consuela y es terapéutica. En ese momento cuando estaba enfermo no recurría a mis propios poemas, menos a escribir porque no se puede escribir en medio de una depresión, pero sí por ejemplo leía a César Vallejo. Hay un poema que me lo sabía de memoria que tiene esa frase de "quiero vivir aunque sea de barriga", me parece un llamado, un clamor. Eso me consolaba. Si alguna vez dije que no consuela ahora me rectifico. Sí consuela, y en los momentos más extremos y angustiantes que he tenido en mi vida he tratado de escribir aunque no publicara esos poemas. Me servían como terapia.
Es como una necesidad, como una fuerza interna que necesita plasmarse.
Sí, yo tengo un amigo historiador muy importante acá que escribió poemas cuando su padre estaba agonizando; en ese momento extremo sintió la necesidad de escribir.
La inspiración de alguna manera es jugar a inventarse un momento extremo, no necesariamente dramático, puede ser hasta místico. Ese es un poco el momento bonito en el que uno entra y es posible escribir mejor el poema. Hay un impulso natural a escribir cuando se viven situaciones así, a expresar, a decir...
En una entrevista con Décimo Círculo, Giovanna Pollarollo nos decía que ella no dedica su tiempo totalmente a escribir, que es uno de sus oficios. En su caso, ¿qué tanto espacio ocupa la poesía?
Cada vez más. Antes hubiera dicho lo que dijo Giovanna, pero ahora cada vez la poesía ocupa un espacio mayor, tal vez sea porque yo mismo ahora soy ya un adulto mayor. Hay como una urgencia, de si viene la pelona no nos encuentre con cosas por hacer, con proyectos no realizados, y yo todavía tengo un montón de proyectos por hacer. El próximo año (2006) publico mi obra reunida en España y México.
Una vez le preguntaron si sentía alguna responsabilidad al escribir, y dijo que era la responsabilidad de escribir algo bello.
Sí, y sigo pensando igual. Escribir es algo tan íntimo, es una experiencia tan personal que otra persona no lo va a hacer. Entonces es algo que tú haces y que tratas de que sea bello. La función social de la poesía es poner un objeto bello allí. La poesía es finalmente un objeto, un objeto de palabras.
No hay moralejas en la poesía
No, la moraleja malogra la literatura. Lo que debe tener la poesía es una ética; el poeta transmite una ética ante la vida, una forma de ver la vida.
Ahora, usted ha tenido un largo período de no publicar.
Sí, años...
¿Y qué caracterizó a ese período? ¿Se estaba preparando para publicar como ahora?
Comencé a vivir una vida familiar muy intensa, trabajos, y la poesía como que se fue quedando. No fue una decepción frente a la poesía, seguí creyendo, seguí leyendo mucho, pero me dediqué más al trabajo y a la vida familiar. Después retomé la poesía. Me separé y la retomé (risas).
Un revivir
Ajá, y ahora escribo mucho y muy seguido, casi todos los días, pero no todos los poemas que uno escribe los publica. La gran mayoría se rompen.
Y otros se quedan ahí
Se quedan los que pueden reciclarse después. Puede quedar una frase, dos frases, en un poema más largo después. Ahí se quedan como ideas.
La música
Hablemos del disco de rock con Rafo Ráez
Ahora soy rockero (risas).
Ha comentado que Rafo Ráez fue a pedirle poner música a sus poemas y usted le dijo que los poemas no se pueden musicalizar. ¿Por qué no?
No quiero ser tan tajante. No es que la poesía no se puede musicalizar, hay ciertos tipos de poesías que aceptan la música, pero por ejemplo un poema de Vallejo difícil que se pueda musicalizar. Pero poemas de García Lorca, tan musicalizado, porque su propia música poética tiene un ritmo. Pero yo escribo verso libre, y el ritmo es muy cambiante, entonces no puede coincidir con un ritmo musical que no es tan cambiante. Éste maneja una melodía que se va repitiendo, en cambio un verso libre como el mío no es posible musicalizarlo.
Eso le expliqué a Rafo y entonces me retó a escribir la letra de una canción, ya no un poema. Y acepté. Me puse a recodar mis problemas de joven, a revivir un poco en busca del tiempo perdido y me puse a escribir esas letras pensando en qué pensaba yo cuando era joven. Hice una letra, le gustó a Rafo, musicalizó, me gustó y seguimos. Es un proceso que ha durado casi un año. Fue una experiencia de integrar cosas y pensamos en hacer un CD.
Ahora, yo he hecho las letras, no soy rockero. Escucho bastante rock contemporáneo y en castellano. Charly García, Fito Paéz, Soda Stéreo, Miguel Ríos...No me gustan por ejemplo las canciones demasiado poéticas, y no me gusta la Nueva Trova por eso. Una letra de canción debe ser eso, no un poema. La Nueva Trova es muy pretenciosa.
Entonces el CD que hemos hecho son letras de canciones, no son poemas míos musicalizados. Es un chico que espera a su chica en una esquina y años después pasa por ahí y le da pena porque encuentra a un perro meándose en esa misma esquina. Ese tipo de cosas. Pero insisto, no soy rockero, soy letrista de rock.
¿A propósito de CDs, cómo decidió incluir uno con la lectura de sus poemas?
Hay muchos poetas que han grabado. Lo que pasa es que con Germán Coronado, gerente de Peisa, acordamos hacer la edición nacional de La piedra alada y me propuso que yo lea mis poemas para hacer el CD. Yo dije en principio que no, pero después me puse a pensar que cuando yo mismo entro a páginas web escucho a poetas. Escucho a Dylan Thomas, por ejemplo: "y la muerte no tendrá dominio..." pero en inglés... "And death shall have no dominion…" escucho inclusive a otros poemas amigos que no viven en el Perú.
Además cuando voy a un congreso, a una reunión de poetas, veo antes quiénes están invitados, entro a sus webs y escucho. Entonces me dije "vamos a hacerlo", porque además la voz transmite otros matices, es otro tipo de escucha.
Yo aún no escucho el CD por cierto temor. Alguna vez, cuando me gustaba Neruda, escuché un casete en el que él leía sus poemas. Y me desenamoré.
(risas) Sí, Neruda tenía una voz horrible. Hay un hermoso cuento de Borges que escucha afuera que alguien grita y después ése que gritó ingresa a un bar y Borges dice: "era un hombre parecido a su voz". Neruda no se parecía a su voz. Espero yo parecerme a la mía, pero yo mismo no me quiero escuchar, aún no he escuchado el CD, ya lo haré algún día.
El arte poético
¿Cree usted que actualmente se forman grupos literarios?
Sí, en las universidades se forman muchos grupos, aunque más volátiles.
No como Hora Zero, por ejemplo, o aquellos que quemaron libros...
Uno de mis libros lo quemaron, y yo dije por qué han hecho eso. Hubiéramos hecho un juicio público. Me traían, me atacaban, yo me defendía, pero no quemar libros, ya que eso simbólicamente no es correcto, es fascista. Ahora, tienen derecho a tener su opinión sobre cada autor, pero no es necesario tener un grupo para poder escribir. Mira por ejemplo Hora Zero, todos sus miembros escriben distinto.
¿Debe ser la poesía individualista?
El acto poético es individual. El individualismo es ya una cuestión ideológica. El acto poético es individual y solitario, pero no tiene que ser individualista.
No tiene que tener compromisos con ciertas temáticas ni con ciertas formas de lenguaje, como pudiera suceder con los grupos literarios
Pero aunque se lo propongan, no es posible cumplir. Hay una tendencia generacional, la poesía hablada, conversacional. La poesía no puede ser individualista porque el acto de escribir ya es un acto no individualista, ya que vas a transmitir algo a personas con la esperanza de que sientan lo mismo que tú, o que tú les transmitas una experiencia poética. Es vital.
¿En una nueva antología de poesía peruana a qué poetas nuevos se debería incluir, quiénes le parecen interesantes?
Eso no voy a contestar porque los jóvenes son muy resentidos. En el Perú siempre hemos tenido hornadas de poetas. Somos un país de poetas, felizmente.
¿Cuál es su percepción respecto de la crítica literaria? Recientemente ha habido esta polémica entre limeños y provincianos.
Es anecdótico, ganas de pelear, porque no se manejaron ideas, no hubo confrontaciónde ideas. Aquí ha habido un pleito de personalismos.
¿Pero hay vacas sagradas en la literatura?
No, nadie lo es. Yo saqué una revista que se llamaba La vaca sagrada justamente con un grupo de amigos, una revista de un solo número, como sucede en el Perú, para reírnos un poco de las beaterías que hay alrededor de algunos poetas.
¿Y no está tendiendo usted a convertirse en una vaca sagrada?
No, felizmente no. ¡No, no, qué va! Yo escribo poemas pero no soy una persona solemne, ando riendo todo el día, mi esposa me dice "si te vieran cómo eres en la casa nadie te leería" (risas).